martes, 13 de julio de 2010

Situación: chico sentado en la playa. Es de noche, está solo y llorando. Se le acerca una chica y le da un pañuelo.

Chico: me pregunto si das a todos los tíos que te encuentras un pañuelo.

Chica: ¿crees que doy a todos los tíos que me encuentro un pañuelo?

Chico: sí

Chica: uf… respuesta incorrecta


La chica se aleja.


Chico: y también eres capaz de irte y dejar sola a una persona que no está bien.

Chica: yo no me he ido, tú me has echado

Chico: quédate.

Chica: ¿por qué tendría que hacerlo?

Chico: ¿por qué no?

Chica: ¿Qué crees que es más salado el mar o una lágrima? Me explico, si coges una lágrima y una gota del mar ¿cuál tendrá más sal?

Chico: no sé, ¿el mar?

Chica: lo dudo, la lágrima escuece más.

Chico: ¿No vas a preguntarme por qué lloro?

Chica: prefiero intentar que dejes de hacerlo.

Chico: ¿y por qué? No me conoces.

Chica: porque la sal en exceso no es buena.

Chico: nada en exceso es bueno.

Chica: hay algo que sí.

Chico: ¿el qué?

Chica: cierra los ojos.

Chico: ¿sabes? hay algo más salado que una lágrima.

Chica: ¿el qué?

Chico: un beso con sabor a sal.

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