lunes, 21 de mayo de 2018

Fantasma del pasado

Te miro. Sigues ahí, en el mismo lugar en el que te dejé. Me pregunto por qué no te has ido, qué es lo que pasa contigo. Eres como uno de esos fantasmas que se queda anclado en la que fue su casa.No sé si eres tú o es mi cabeza la que no para de dar vueltas. Quizás soy yo la que debería irse, escuchar a los que dicen que no eres bueno para mí y alejarme de aquí. Quizás si te olvidara y dejara de esperarte, el tiempo pasaría más deprisa. Lo dudo. Sigues dando vueltas y yo no puedo dejar de mirarte. Te juro que lo he intentado, que he pensado en otras opciones antes que en ti. Pero me gusta cómo hueles y el sabor que dejas en mi boca. Me gustas. Quiero pasar las tardes de domingo a tu lado, acurrucarme contigo en el sofá mientras vemos una peli de esas antiguas que te encantan o cualquier serie nueva que me hayan recomendado en el trabajo. Te miro pero no dices nada. Me has pedido tiempo y te lo estoy dando, pero si tardas mucho quizás no haya forma de arreglarlo. Eres tú el que no para de dar vueltas y me mareas. Pero aquí sigo esperándote mientras me pregunto si alguna vez estarás preparado.

Cling!


- Cariño, te he dicho miles de veces que no te acerques tanto al microondas cuando haces palomitas que no es bueno.



Mi aportación a la iniciativa de @divagacionsitas #relatosFantasmas

lunes, 18 de diciembre de 2017

Que sí tío

- Que sí tío que voy a ir y decirle que la quiero. Que sabe que en el fondo ella también me quiere. Que la he cagado, vale, pero que eso es pasado. No puedo estar sin ella, no me imagino mi vida sin que esté en ella. Sin su sonrisa, su forma de encontrarle algo bueno a todo, lo mucho que le divierte bailar aunque lo haga fatal, su implicación con el trabajo, su forma de escuchar cuando le hablas de cualquier tema, esos rizos que le salen cuando aún no se ha alisado el pelo, sus broncas, los maratones en el Ikea, sus ganas de comerse el mundo, su manera de luchar por aquello que cree que es justo... Juro que no pienso volver a engañarle.  Joder, que se equivoca al estar con ese tío.

- Uff antideportiva. Amarilla.

- Me da igual todo. Pienso decírselo ahora mismo. No intentes pararme. Pienso subir a su casa aunque esté con él. Voy a luchar por ella. Que sí tío, que me da igual que sea nuestro amigo.  Que pienso ir y partirle la cara si hace falta.


- Falta a un amigo en oportunidad de gol. Tarjeta roja, a la puta calle ya, coño. 



Participación en la iniciativa #relatosTarjetas de @divagacionistas

lunes, 20 de noviembre de 2017

Pura Vida

“Si la mochila pesa, más profunda será la huella”. Y cogía y subía un ochomil. Sin sherpas, sin porteadores, sin oxígeno artificial, sólo con lo exclusivamente imprescindible en la mochila y con amigos. O con compañeros que se convierten en amigos cuando la supervivencia también depende de los demás. Subía las montañas porque estaban allí. Y murió en la montaña porque no se le ocurría mejor forma de morir. Ni de vivir. No era un héroe. "Los héroes son los médicos que curaron el cáncer de mi madre". No era un héroe y lo sabía. Eso es lo que le hacía grande. La valentía para vivir la vida como él quería vivirla, la humildad para saber que algún día quizás no bajaría. Su intento de rescate siempre será recordado como un ejemplo de lo grande que puede llegar a ser el ser humano. Si estás en problemas a 7000 metros de altura y cogen once tíos desde distintos puntos del país y van a buscarte es que algo de encanto tienes. Si tu amigo se queda a tu lado durante casi cuatro días poniendo su vida en peligro porque tiene claro que no piensa dejarte solo, es que eres alguien que merece la pena conocer. Y a tu amigo también.


No sé cuán profunda era la huella que dejabas en la montaña. Sólo sé que desde que leí “Los catorce de Iñaki” miro mis huellas intentando imaginar cómo fueron las tuyas.    


Relato para la iniciativa de @divagacionistas #relatosHuellas

lunes, 19 de junio de 2017

13 años

Fui con la intención de llevarme algo. Coger algún objeto que fuese representativo y me cupiese en el bolsillo. Algo que cada vez que lo viese me recordase todos los momentos vividos. Fueron 13 años comiéndome el mundo cada vez que entraba por esa puerta.

Diez años después, entré de nuevo. El poli estaba vacío. Me quedé quieta. Años de recuerdos llenaron mis ojos de lágrimas. Las clases de Educación Física, los entrenamientos de voley, la colchoneta donde sorprendentemente ninguno nos rompimos la cabeza, las amistades que creíamos eternas, el trozo de suelo donde el chico más guapo de clase escribió que yo a él también le gustaba, la línea que marcaba la meta cuando gané a todos los repetidores que aseguraban que yo correría lento porque era una chica...

Mentiría si dijese que lo que soy ahora es gracias a esa época. Lo que soy ahora es gracias a las ostias que me ha ido dando la vida desde que salí de aquel lugar. Porque allí me sentía segura, porque aquel lugar era mi segunda casa.

Un colegio no cabe en un bolsillo, pero sí miles de recuerdos que pienso contar a mis nietos.



Hasta siempre cole



Colaboración con la iniciativa #realtosBolsillos de @divagacionsitas

domingo, 14 de mayo de 2017

Tú al norte y yo al sur

Dame razones para hacerlo. Ven, y dime a la cara que merece la pena intentarlo. Dame abrazos que me abriguen del frío norteño. Sube a buscarme, que yo te estaré esperando. Dame un buen motivo para ir al sur. ¿Me estarás esperando? Dame argumentos que callen a todos aquellos que piensan que la distancia lo estropeará todo. Que callen las dudas que a veces tengo, lo que digan los demás es lo de menos. Dame besos, muchos besos cada vez que tenga que irme. Tantos que duren hasta la próxima vez que nos veamos. Dame sueños que compensen siete horas de viaje. Sueños que duren para siempre. Dame fuerza en los momentos de llanto. A veces pasan muchos días hasta que nos vemos. Dame noches de pasión para cuando vengan los celos. Dame mil y una excusas para seguir abrazados. Son muchos kilómetros de obstáculos. Dame sonrisas para seguir encontrándonos cada puente. Qué más da sur o norte si estoy a tu lado. Dame, si es que encuentras, una razón para no hacerlo.


Colaboración en #relatosDistancia una iniciativa de @divagacionistas

lunes, 20 de marzo de 2017

Posdata

Lo siento cariño pero me he acostado con otro. No, no es una broma. Te dejo esta carta antes de irme porque soy tan cobarde que no me atrevo a decírtelo a la cara. Sí, también soy una puta pero no pude resistirme a un joven, mucho más guapo que tú, pero gilipollas al fin y al cabo. Soy consciente de que he roto todo aquello que fuimos construyendo juntos poco a poco. Que he sido tan imbécil que lo he echado todo a perder. No espero que me perdones, te mereces a alguien mejor que yo. Seguro que lo encuentras, no será difícil dar con alguna que no sea tan zorra. Entendería que no me quisieses ver más en tu vida y que vayas contando por ahí que fui una auténtica cabrona. Quédate con el piso y el coche, no me los merezco. Me imagino la decepción y rabia que sentirás por dentro y que sólo me desearás lo peor. Lo siento.


P.D.: tranquilo cariño, no te he puesto los cuernos pero quería que sintieses el dolor que sentí yo cuando me enteré de que tú sí lo habías hecho. No te molestes en llamar a la puerta, todas tus cosas están en esta maleta. ¡Ah, por cierto! Tu camiseta firmada del Real Madrid se la he regalado a mi monitor del gimnasio, no veas cómo le sienta.


Colaboración con #relatosDecepcion una iniciativa de @divagacionistas

lunes, 20 de febrero de 2017

Lo siento cariño, llegaré tarde

Allí estaba yo, sentada en una mesa de una típica cafetería de Madrid. ¿Qué cómo coño es una típica cafetería de Madrid? Chico y yo qué sé, a mí qué me preguntas si soy de Soria. Pues no sé, una típica cafetería de Madrid. Allí estaba yo, removiendo un café frío, sentada en la última mesa y no por casualidad, desde esa mesa veía toda la cafetería. Veía al señor que mataba su vida y la de su gente con una copa, al señor que sólo necesitaba pedir una cerveza para leerse todos los periódicos y así no comprarlos, a la señora que limpiaba toda la mierda que se acumulaba en el suelo, y al Comisario Peñuelas. Empezaba a pensar que este señor no tenía vida o que la mía le parecía mucho más entretenida. Me seguía, a todas partes, me seguía desde la muerte de mi marido. Yo sabía que no podía cometer ningún error y él sabía que algún día lo cometería. Y de repente apareció ella. Una tía con un vestido rojo despampanante, tan despampanante que yo tengo uno igual. Hasta yo me quedé mirándola. Toda una femme fatale. Se sentó entre mi mesa y la del Comisario Peñuelas, Comisario Peñu para amigos y sospechosas de asesinato. Pidió Matusalem con hielo. Esta tía sabe. El Comisario Peñu también sabe, pero cometió un error al dejar caer sus papeles al suelo. Y ahí estábamos las dos, la femme fatale y una servidora, con foto y todo en nuestros respectivos informes. El Comisario Peñu sabe, pero no del todo, no sabe cuál de las dos mató a mi marido. Y si os digo la verdad yo tampoco tengo ni idea. No es por hacerme la inocente pero mi marido apareció muerto en una de sus fiestas,  esas fiestas que montaban él y sus amigos para ver quién la tenía más grande, la casa me refiero. No recuerdo nada de esa noche. Música, invitados, alcohol, sangre, alcohol, gritos, más alcohol, más sangre, vestido rojo, mi marido muerto en el suelo, alcohol, alcohol, sangre. El móvil suena, mensaje recibido: lo siento cariño, llegaré tarde. ¿Cómo puede ser? ¿Qué broma macabra es ésta? ¿A qué coño juega este tío? El mensaje ha sido enviado desde el móvil de mi marido. A la femme fatale también le ha sonado el bolso. Joder con el Comisario Peñu, parecía tonto pero acaba de dejar a dos mujeres totalmente descolocadas. Puedo ver una especie de sonrisa en su cara. Lo tiene claro. Ha cerrado la carpeta donde guardaba todos los documentos. Sabe quién es la asesina. Sabe quién le mató. Nos mira, primero a una y luego a otra. Nos tortura, juega con nosotras, en vez de venir a por una de las dos pide una cerveza. Qué desgraciado de tío. Espera, se levanta, se acerca, cada vez está más cerca, exactamente a una distancia equidistante de la mesa de la femme y de la mía. Ya está, el órdago está echado.

- Disculpe señorita pero tenemos que cambiar de tren, éste se ha averiado. Llegaremos con un poco de retraso pero en  el otro tren también hay cafetería para que el viaje se le haga más ameno.

- Uy lo siento, no me había dado cuenta de que estábamos parados y de que el resto de pasajeros ya se han marchado.

El tren se ha averiado. Lo siento cariño, llegaré tarde. 


Colaboración en #relatosTrenes una iniciativa de @divagacionistas