lunes, 19 de junio de 2017

13 años

Fui con la intención de llevarme algo. Coger algún objeto que fuese representativo y me cupiese en el bolsillo. Algo que cada vez que lo viese me recordase todos los momentos vividos. Fueron 13 años comiéndome el mundo cada vez que entraba por esa puerta.

Diez años después, entré de nuevo. El poli estaba vacío. Me quedé quieta. Años de recuerdos llenaron mis ojos de lágrimas. Las clases de Educación Física, los entrenamientos de voley, la colchoneta donde sorprendentemente ninguno nos rompimos la cabeza, las amistades que creíamos eternas, el trozo de suelo donde el chico más guapo de clase escribió que yo a él también le gustaba, la línea que marcaba la meta cuando gané a todos los repetidores que aseguraban que yo correría lento porque era una chica...

Mentiría si dijese que lo que soy ahora es gracias a esa época. Lo que soy ahora es gracias a las ostias que me ha ido dando la vida desde que salí de aquel lugar. Porque allí me sentía segura, porque aquel lugar era mi segunda casa.

Un colegio no cabe en un bolsillo, pero sí miles de recuerdos que pienso contar a mis nietos.



Hasta siempre cole



Colaboración con la iniciativa #realtosBolsillos de @divagacionsitas

1 comentario:

  1. Las historias de patios de colegio son las mismas contadas por personas distintas. Como el amor, los colegios de la infancia hacen que cada persona se vea retratada en ellos, incluso si esos colegios están a kilómetros de distancia. Yo me acabo de ver en ese patio de mi escuela del barrio del Realejo, y he vuelto a reescribir con tiza blanca en la gris piedra, el nombre de la niña que me gusta.

    Gracias por los recuerdos. Un beso desde Granada

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