sábado, 31 de marzo de 2012

VII

Llegaba tarde pero no le importaba. Sabía que a una mujer como ella valía la pena esperar. Llevaba ese vestido rojo que realzaba su escote. Me encanta ese vestido. Sus labios dibujaban una sonrisa, reflejaban la satisfacción de saberse cumplidora del trato. Dejó el maletín en mis pies, y clavó sus ojos azules en los míos.

- Aquí está la cantidad que acordamos. Si quieres puedes contarlo.
- No debería fiarme de una mujer como tú Isabelle, pero lo haré.
- Si hubieses confiado en mí, me habrías contado todos los detalles del plan.
- Bah, para qué, eran pequeños detalles sin importancia.
-¡No me jodas Rick! Quiero saber todo, desde el principio.
- Pasé toda mi vida viendo cómo mi hermano triunfaba en los negocios con una idea que fue mía. ¡Qué jodido cabrón, no dudó en robármela ni un minuto! Yo acabé casi arruinado. Ahora me alegro de no haber gastado el dinero de la herencia de padre. Vinni era un miserable, era capaz de dejar que su hermano muriera de hambre mientras él disfrutaba de todo tipo de lujos, tal era su egoísmo que ni siquiera me dejaría su sucio dinero en herencia. Durante años planeé cómo hundirle. Ninguno de mis planes tenía éxito hasta que me di cuenta de que yo solo no podría, de que a mis planes les faltaba algo esencial en todo buen plan: una mujer. No tuve más remedio que contratarte.
- No soy una puta a la que contrates, imbécil.
- No tuve más remedio que hacer negocios contigo. Supe que no había fallado al escogerte desde el día aquel en el parque Alcántara; meticulosa en tu trabajo y cuidando hasta el más mínimo detalle para no ser descubierta. Llegamos rápido a un acuerdo: te casarías con él, luego Vinni moriría y tú y yo nos repartiríamos el dinero al 50%.
- ¿A qué vino eso de simular que me había pillado siguiéndole con el taxi?
- Tenía que hacerle creer que él controlaba la situación, que pensara que había descubierto tu plan, que creyera que él tenía la sartén por el mango y que podía urdir un plan para salir de ésta. Sabía que ese cabrón no dudaría mandarme a una muerte segura.
- ¿A quién coño enterramos?
- Al aire. Soborné a un trabajador de la funeraria para que hiciera todo el paripé del entierro. Desde ese momento, yo sólo tenía que esconderme hasta que os casarais y confiar en que tú no me traicionarías.
- Yo nunca traiciono.
- Espero que cumplas lo que queda del plan.
- Tranquilo, nunca volveremos a vernos. Para mí esta historia ha acabado.

jueves, 29 de marzo de 2012

Sí, tiene más años que Carracuca, pero es un temazo.


domingo, 25 de marzo de 2012

VI

Aún no me creo que sea la última vez que escriba desde este antro. No entiendo cómo Rick podía vivir en esta asquerosa pensión. Podía haberme pedido algo de dinero, de alguna forma soy el mayor, yo nací un minuto antes. Aunque esto ahora ya no tiene sentido. Pero bueno, no me queda mucho tiempo en este lugar. Esta tarde me casaré con Isabelle y por fin podremos mudarnos a mi casa en las afueras. Podré dejar de ser quien no soy y morir de viejo a su lado. ¡Estúpida Isabelle! No tiene ni puta idea del error que ha cometido. Rick está muerto, no yo. A pesar de todo, aún quiero casarme con ella, quedarme solo me aterroriza más que quedarme sin ahorros.
Ha sido una ceremonia sencilla. A ninguno de los dos nos gustan las iglesias, y en cinco minutos casados por lo civil. Haremos el amor toda la noche y por la mañana le escupiré toda la mierda a la cara.

- No tienes ni puta idea de lo que has hecho.
- ¿A qué te refieres cariño?
- Ni cariño ni ostias. No sé cómo descubriste que éramos gemelos, pero descubrí tu plan.
- No tienes ni puta idea de cuál es mi plan cariñito.
- Querías matar al gemelo rico y quedarte con el dinero. Pero he sido más listo que tú, zorra asquerosa. En realidad mataste a Rick.
- Eres gilipollas. Al igual que tú me viste en el taxi, yo vi que me habías pillado. Sabía que no quedarías más conmigo, que condenarías a tu hermano sin ningún remordimiento. Sabía que mandarías a Rick a esa cena; y eso, es lo que quería que hicieses. Si te mataba a ti primero, él heredaría tu dinero, se iría lejos y no se casaría conmigo. Así que, sólo tenía que cambiar el orden del producto. Le mataría a él primero, aún así tú te querrías casar conmigo porque te da pánico quedarte solo el resto de tu vida y así, yo sería la única heredera. Ahora sólo falta acabar un pequeño detalle del plan. No te preocupes, no sufrirás, te dispararé en el corazón amor mío.

jueves, 22 de marzo de 2012

V

Ya sabía a quién tenía que matar. No podía perder más tiempo, en dos días me casaba con Vinni, era el momento de ejecutar el plan. Quedaría con Vinni esa misma noche, iríamos a cenar y luego a la pensión. En un momento de despiste le clavaría un cuchillo y luego fingiría un robo. Asustada llamaría a la policía y ni ellos ni su hermano sospecharían de mí. Llegué al restaurante, él me estaba esperando sentado en una mesa. Era Rick.

miércoles, 21 de marzo de 2012

IV

- Rick, lo tengo todo planeado, esta noche le pido matrimonio.
- ¡Pero qué dices tío! Complicará las cosas
- ¡Qué va! Seguiremos haciendo lo mismo.

Me dijo que sí con lágrimas en los ojos y yo tuve que tragar dos veces para que no se me escapara ninguna. Era extraño, le pedía matrimonio porque no quería estar sólo, pero puede que en el fondo la quisiese. La noche fue increíble, tras la cena nos fuimos directos a la pensión a celebrar las buenas nuevas. Al día siguiente, Isabelle se marchó temprano. Yo llamé a mi chófer para que viniera a recogerme. Todo era perfecto, pero al doblar una esquina la vi en un taxi. ¡Isabelle me estaba siguiendo! ¡Mi amigo tenía razón! Empecé a sentirme mal, muy mal, quería mi dinero y yo se lo había puesto en bandeja al pedirle matrimonio. Claro que dijo que sí la muy puta, las lágrimas eran de felicidad al ver que su plan estaba funcionando. Pero le había descubierto y ahora podía idear un plan: con la excusa del trabajo, le diría a Rick que quedase con ella todos los días que yo no podía.

lunes, 19 de marzo de 2012

III

La relación, la doble relación, con Isabelle se alargaba en el tiempo. Uno de mis amigos me avisó de que no me fiara de ella, de que sus contactos le habían dicho que era una viuda negra. No le hice ni puto caso. La relación iba cogiendo un matiz serio, y aún así, Isabelle no sospechaba ni por asomo del juego que nos traíamos entre manos Rick y yo. Incluso me atrevía a bromear sobre el tema.

- Me gusta que seas tan sincera. No hace tanto que nos conocemos y ya sé casi todo de ti.
- Y yo de ti cariño.
- ¿Segura? Estoy convencido de que no me conoces tanto como crees.
- Vinni, los tíos no tenéis secretos para mí, mi escote consigue sonsacaros todo.
- Apuesto a que podría tener una esposa, hijos, e incluso un hermano gemelo y no lo sabrías.
- Deja de decir tonterías y bésame.


¡La estupidez de los tíos no tiene límites! Pensaba que me tenía tan engañada que incluso se atrevía a bromear sobre el tema. Quería matarle. Si tenía el dinero para quedármelo, sino lo tenía por gilipollas. Pero necesitaba descubrir quién de los dos tenía el dinero, sino no mi plan no podía avanzar. No fue difícil dar con la solución. Después de pasar una noche con cada uno, esperaría escondida entre los coches y les seguiría. El hermano pobre iría a cualquier lugar, el hermano rico iría a su casa a cambiarse de ropa.

domingo, 18 de marzo de 2012

II

- ¡Uy! Disculpe. Vaya empujón le he dado.
- No pasa nada.
- ¡Cómo que no, si le he tirado el café encima! Iba despistada y no le he visto. Lo siento.
- No se preocupe.
- Mi nombre es Isabelle. Trabajo en esa cafetería de enfrente. Si quiere puede pasarse esta tarde y le invito a un café. Prometo servírselo en la mesa, no en la camisa.
- Mi nombre es Vinni. Y no me perdonaría, ni yo ni todos los hombres de la tierra, rechazar un café de una mujer tan preciosa.


Era la mujer más bonita que había visto en mi jodida vida. Llevaba un vestido rojo ceñido, tan ceñido que el escote quitaba el sentido, el común y todos los jodidos sentidos. Guardaba el mar en sus ojos y el sol en su sonrisa. No podía creer que una diosa me hubiese concedido una cita así de fácil, ni siquiera tuve que pedírsela yo. No recuerdo cuándo fue la última vez que tuve una cita con una mujer, me refiero a una cita de verdad, de las que no se paga a la tía. Lástima que esa tarde tuviera trabajo. Llamé a Rick, por los viejos tiempos. Siempre nos gustó jugar con las fulanas sin que ellas se dieran cuenta de que en realidad éramos dos.




Fue demasiado fácil. Nunca falla, un poco de café por la camisa y cita al canto. Aún así, tendía que ir poco a poco, sino parecería una fulana, y necesitaba tiempo para saber quién de los dos era el gemelo rico. Quedamos varios días. Ellos actuaban como si fueran uno sólo. Yo también. Aunque la verdad, distinguirlos fue más fácil de lo que pensaba, uno de ellos no paraba de toser. Lo que sí me resultó difícil fue aguantar las náuseas cada vez que alguno de ellos me llevaba a la pensión. ¡Joder qué sitio más asqueroso! Aún así, aceptaba con una sonrisa cada vez que alguno me invitaba, me servía para conocer su terreno y sustraer toda la información y objetos que me parecían de utilidad.

viernes, 16 de marzo de 2012

I

Aún no me creo que sea la última vez que escriba desde este antro. No entiendo cómo Rick podía vivir en esta asquerosa pensión. Podía haberme pedido algo de dinero, de alguna forma soy el mayor, yo nací un minuto antes. Aunque esto ahora ya no tiene sentido. Pero bueno, no me queda mucho tiempo en este lugar. Esta tarde me casaré con Isabelle y por fin podremos mudarnos a mi casa en las afueras. Podré dejar de ser quien no soy y morir de viejo a su lado.
Todo comenzó un soleado lunes de mayo. Rick me llamó, quería verme. Quedamos en el parque Alcántara, en el banco donde padre siempre se sentaba cando nos llevaba a jugar allí. Hacía tanto tiempo desde la última vez que nos vimos que tengo que reconocer que me impresionó ver a alguien tan igual a mí. Los años habían castigado a Rick por dentro, no paraba de toser, aunque por fuera le habían respetado bastante. La verdad era, que pese a la distancia, la vida nos seguía conservando como dos gotas de agua. No nos llevó mucho tiempo ponernos al día: él pobre, viviendo en una pensión, sin trabajo y sin amigos. Yo lo contrario. Lo único que compartíamos era el hecho de que ninguna jodida mujer había decidido aguantarnos toda la vida. No sabría decir por qué, pero sentía que ese día nuestra suerte cambiaría.




Todo comenzó un soleado lunes de mayo. Yo tenía mis contactos y sabía que uno de los tíos más ricos de la ciudad estaría a las cinco de la tarde en el parque Alcántara. Sólo tenía que ir allí y encontrarlo, no sería muy difícil, el parque no es muy grande. Lo reconocí pronto, era la única persona que estaba sentada, todos los demás hacían footing. Fui directa hacía él, con mi mejor sonrisa y mi abultado escote, pero algo me detuvo. De repente, una persona se sentó a su lado. ¡Eran tan iguales! Parecía una broma, como si alguien hubiese puesto un espejo y la mitad derecha de la tierra fuera en realidad el reflejo de la izquierda. Esto complicaba las cosas, las complicaba mucho. ¿Quién de los dos tendría el dinero? Decidí marcharme, tenía que planificar otra jugada, ahora eran dos tíos y la cosa cambiaba. Tendría que ir con mucho cuidado, tendría que conseguir que no se enterasen de nada; igual que ahora, en ese banco, tan ingenuos, sin saber que su suerte había cambiado.

lunes, 12 de marzo de 2012

‎"Cuando una cancion que ya tiene más de una década, parece escrita ayer mismo, es que algo va mal"

miércoles, 7 de marzo de 2012

Cosas que fueron y ya no son

Los diez de diciembre eran fiesta. Los martes locos no eran del telepizza sino de la noche salmantina. Toda esa explanada era un bosque. La cafetería con nombre de cantante era nuestra máquina del tiempo. La justicia era justa. La tercera ventana del ayuntamiento era donde siempre me cogías de la mano. Bajo aquel árbol es donde pasábamos todos los veranos en el campo. Tus besos empezaban en mi cuello. Los ladrones iban a la cárcel no a la política. Éramos felices.

viernes, 2 de marzo de 2012

Elena no respira bien sino es aire fresco y últimamente el cubata está muy cargado. Abre las ventanas pero no consigue ventilar sus problemas. Nunca habla de ellos, sólo ríe como si eso fuera a barrerlos. Siempre se ha sabido diferente, como si habitase en tierra de nadie. Nunca sabe a dónde ir, no ha encontrado su camino. Sabe que no puede contar con nadie, pero no lo aprende. No tiene futuro y el pasado desea olvidarlo. No quiere querer, no sabe lo que quiere. Tan sólo… desaparecer.

jueves, 1 de marzo de 2012