Es como un camino, uno con sus cuestas arriba y abajo, con piedras, pedruscos y socavones. No es un camino cualquiera, cada uno tiene el suyo y se acaba, siempre se acaba, aunque algunos lo caminen creyendo lo contrario. Hay millones de ellos, algunos pasan tan lejanos que no puedes verlos, otros se cruzan con el tuyo y otros no eres capaz de descubrirlos aunque vayan paralelos al tuyo. No es algo asfaltado, algo que está predeterminado y que tú sólo tienes que recorrer. El camino lo construyes tú poco a poco cada día. Tienen salidas y entradas por donde pueden aparecer o desaparecer distintas personas, e incluso uno mismo. Personas que te ayudarán a andar, que te empujarán en las cuestas arriba y que te frenarán en las cuestas abajo, que evitarán que caigas, que intentarán allanarte el camino. Pero también habrá personas que aunque anden a tu lado, sin saber muy bien por qué y aunque tú las hayas ayudado, en ciertos tramos del camino te tirarán pequeñas piedrecitas, piedrecitas que no conseguirán que te pares pero que te harán rozadura. Y por supuesto habrá personas que directamente echarán pedruscos evitando que puedas seguir hacia delante. Como ya he dicho antes, tú construyes tu camino y ten en cuenta que cada tramo superado será algo nuevo aprendido.
miércoles, 10 de noviembre de 2010
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