Nunca había estado tan cerca del dolor. No del dolor de doler, sino del dolor de verdad, del que te mata. Ese dolor que te hace preferir que el corazón deje de latir a que siga latiendo roto. Ese dolor tan fuerte que llega a doler a los de alrededor. Ese dolor que te impide saber quién eres. Ese dolor que no se puede esconder bajo una sonrisa fingida porque sonreír se te olvida.
Nunca había estado tan cerca de la lucha, de las ganas de seguir viviendo. Esa lucha contra los propios miedos y los miedos que tiene la gente a las personas “diferentes”. Esa lucha contra la enfermedad, la cual ganó demasiadas batallas, pero no la vida. Esa lucha pese al miedo.
Nunca había estado tan segura de ser psicóloga… y luchar junto a ellos.
Felicidades, cuánto tenemos que aprender, pero es que no se nos educa para saber encajar golpes, no se nos enseña a canalizar el dolor, no se nos muestra que en la diferencia hay un mundo trascendente, que también se puede ser distinto y ser feliz.
ResponderEliminarUn ejemplo amiga. Desde luego has de seguir tu camino con alegría.
Besazos
Se necesitan mas personas como tu, un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias a los dos.
ResponderEliminarpues a por ello. a por todo.
ResponderEliminartrabajo tienes. conmigo y con muchos mas. no solo porque vas a tener que aguantarnos, aconsejarnos y demas, sino que, por ser tus amigos, no sacaras un duro y nosotros no dejaremos de aprovecharnos de tu sabiduria. Tu lo has elegido, pero en el fondo, se que disfrutas con ello.
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