lunes, 28 de noviembre de 2011

Mi príncipe

No tiene sangre azul pero tiene unos ojos turquesa. No disfruta en grandes galas sino con los amigos de cervezas. Mi príncipe no va de vacaciones a Baqueira pero las vacaciones que tiene se las merece. No necesita el nombre de su padre sino a sus padres. A mi príncipe no le mandan callar porque respeta el turno de hablar. No es de la realeza pero no le falta nobleza. Mi príncipe no hace públicas pedidas de mano pero llena la habitación de flores siempre que nos reconciliamos. No tiene títulos ni tierras pero inventa recorridos por mis piernas. A mi príncipe le importa una mierda tanto protocolo. No tiene princesa, él dice que más bien tiene una reina. Mi príncipe no apoya la Ley Sálica ni la Seca. No tiene un cuñado imputado sino puteado por tanto ladrón en los altos cargos. Mi príncipe no tiene corona pero tiene un corazón de oro. Más bien es republicano. Mi príncipe no tiene palacios sino hipoteca. No es del ejército porque cree en las palabras antes que en la violencia. Mi príncipe no tiene herencia, tiene paro. No va en calesa pero siempre viene a buscarme al trabajo con el bolsillo lleno de sugus de fresa. Mi príncipe no es príncipe, ni falta que le hace.

martes, 22 de noviembre de 2011

Tengo que reconocer que Luis Ramiro me ha defraudado. Puede que el problema no esté en él sino en mí, pero creo que de un tiempo a esta parte ha cambiado. Ya no veo a ese cantautor hecho a sí mismo, cuidando cada canción hasta el último detalle, consiguiendo así convertirse en uno de los compositores con más talento que he conocido. Creo que ha perdido esa esencia del principio. Ahora le miro y sólo puedo ver las quince mil fotos que se hace cual quinceañera; el apenas mimo que da a sus canciones, que no digo que no las cuide pero ya no veo el trabajo que había antes; y el dedicarse más tiempo a desprestigiar a otros cantantes que a observar su propio trabajo. No estoy de acuerdo con que los artistas se plagien unos a otros y mucho menos que eso quede sin su sanción correspondiente, pero tampoco estoy de acuerdo con aquellos que lo utilizan para rellenar sus redes sociales y que sus “amigos” les den la razón como a los tontos. Porque es así, Luis dice una cosa y el resto dice que sí sin saber siquiera que ha dicho, y sin darse cuenta de que puede estar equivocado como cualquier persona. Pienso que Luis es un genio, pero que como a todo genio, esa parte de locura se le ha ido de las manos.

No me gusta el nuevo Luis Ramiro pero me consuelan los buenos momentos en sus conciertos y unos cuantos viejos temazos que han puesto música a las historias de mi vida.


jueves, 17 de noviembre de 2011

- Me dejé vivir. Así, sin más. Dejé que la vida pasase mientras yo tachaba números. No perdí oportunidades, es que ni siquiera las busqué. No supe aprovechar todo lo que esta nueva situación me ofrecía, me limité a encerrarme en la rutina. No quise perderme por las calles como tantas otras veces había hecho, no quise encontrar “mis rincones”. No intenté entender otro ritmo de vida, vine convencida de que era mejor el mío. No estuve dispuesta a luchar de nuevo, a esforzarme para que esto fuera algo más, fuera toda una experiencia. No tuve fuerzas para dar de mí, para hacer de este sitio mi lugar. Quizás no quise encontrar argumentos que hiciesen difícil el marcharme de aquí.

- Eso es de cobardes.

- O de valientes cansados de nadar a contracorriente.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Elena andaba rápido. Todo lo rápido sin llegar a tropezar que le permitían sus piernas. Elena escapaba y lo hacía de la única manera que sabía: sin mirar hacia atrás. Pensaba que si andaba rápido y sin saber hacia dónde, el destino no podría seguirle. Creía que si doblaba en mil pedazos las esquinas lo despistaría. Dejó atrás las miradas de desconocidos y los saludos de amigos. Pasó de largo de todo y de todos. No sabía a dónde iba, sólo sabía que necesitaba irse. Alejarse de lo que vendría. Elena escapaba sin saber que sus pasos escribían el destino.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Frágil. Como si pudiese romperme en pedazos sólo con el roce de tu cuerpo. Y así tener mil pedacitos de mí esparcidos por tu alfombra. Como si mi cuerpo se volviese cristal cada vez que te marchas. Como la promesa ésa de que te quedabas. Frágil. Como un cuerpo a la deriva.

viernes, 4 de noviembre de 2011