sábado, 12 de noviembre de 2011

Elena andaba rápido. Todo lo rápido sin llegar a tropezar que le permitían sus piernas. Elena escapaba y lo hacía de la única manera que sabía: sin mirar hacia atrás. Pensaba que si andaba rápido y sin saber hacia dónde, el destino no podría seguirle. Creía que si doblaba en mil pedazos las esquinas lo despistaría. Dejó atrás las miradas de desconocidos y los saludos de amigos. Pasó de largo de todo y de todos. No sabía a dónde iba, sólo sabía que necesitaba irse. Alejarse de lo que vendría. Elena escapaba sin saber que sus pasos escribían el destino.

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