El Capitán se levantó de la mesa como pudo y buscó un asiento en la barra. Pasó de largo de la banqueta que había al lado de Guerrero. Todo el bar sabe que hay algo turbio entre ellos, nadie sabe lo que es pero todos saben que es algo muy serio. Una noche de borrachera y lágrimas, Guerrero empezó a hablar del asunto pero pronto cerró el pico. Lo único que contó fue algo sobre un robo de coches que llevó a la cárcel al Sincabeza y un juramento de que pagaría por ello. El Capitán se sentó al lado de Pinti Embelesa, “pues a mí me la pones tiesa” balbuceó El Capitán. Pinti no le hizo caso. La verdad es que era una chica que no se alteraba fácilmente, los porros (y lo que no eran porros) que se fumaba al cabo del día ayudaban a ello. Pinti se llevaba bien con El Capitán, él era su camello. O por lo menos así era hasta ahora. La última mierda que le vendió había hecho que su novio muriese de sobredosis. (nota para mí: joder qué de muertes. P.d. a mí mismo: ¿el Guerrero se haría los tatuajes en la cárcel o ya los llevaba de antes?)
martes, 15 de febrero de 2011
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realidad o efectos de porros?
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