Ricaredo nunca había hablado con El Capitán, pero era un tío que no tenía nada que perder. Y los tíos que no tienen nada que perder acaban haciendo cualquier tontería y lo pierden todo, hasta lo que no sabían que podían perder. Ricaredo ni siquiera intercambió una mirada con El Capitán cuando se lo cruzó en mitad del bar, Picatous ya le estaba esperando con el tapete en la mesa. “Hoy puede ser un gran día Picatous”, le dijo Ricaredo mientras barajaba las cartas. Nadie sabía de dónde sacaba tanto dinero este nieto de vete tú a saber quién. Nadie le conocía trabajo pero, a veces, le sonaba el busca y se largaba sin decir adiós. Es curioso pero siempre que El Capitán estaba en el bar, Ricaredo estaba y siempre que éste faltaba, Ricaredo recibía un busca. El Capitán por fin encontró un sitio donde sentarse, al lado de Patrick Barren. A El Capitán siempre le había dado morbo una creyente cachondona y siempre que su imaginación se lo permitía la veía desnuda tras la guitarra. El Capitán sabía que desde que Patrick Barren llegó a la iglesia, el dinero desaparecía y el cura estaba más contento. Patrick Barren sabía que El Capitán lo sabía y El Capitán sabía que ella sabía que él lo sabía. Y ésa era una información muy jugosa que seguro que interesaría a muchas revistas y programas de cotilleos y verduleras. (nota para mí: qué casualidad lo de Ricaredo y El Capitán, ¿qué trapicheos tendrían entre manos? ¿Y si Ricaredo y Guerrero estaban compinchados, uno que no quiere volver a la cárcel y otro que no tiene nada que perder?) (otra nota para mí: ¡joder con el cura!)
El Capitán les pidió una copa a las hermanas pero éstas se negaron, ya llevaba demasiada mierda en el cuerpo. Tras cinco minutos de insistencia, El Capitán comprendió que tenían razón y que lo mejor sería ir a casa a dormir la mona. Se despidió de los demás contertulianos, lo cual les extrañó, nadie se va del bar antes de las dos. Pero no les importó, todos odiaban a El Capitán. Por un motivo u otro, todos querían verlo muerto. ¿Quién lo mató? Hagan sus apuestas.
El Capitán les pidió una copa a las hermanas pero éstas se negaron, ya llevaba demasiada mierda en el cuerpo. Tras cinco minutos de insistencia, El Capitán comprendió que tenían razón y que lo mejor sería ir a casa a dormir la mona. Se despidió de los demás contertulianos, lo cual les extrañó, nadie se va del bar antes de las dos. Pero no les importó, todos odiaban a El Capitán. Por un motivo u otro, todos querían verlo muerto. ¿Quién lo mató? Hagan sus apuestas.
Te toca hacer algo, no vale solo escribir... asik con lo loca que estas.... MATALOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOooooooooooooooOOOOOooo
ResponderEliminarese cura que anda feliz con el dinero , no es de fiar! :/
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