viernes, 3 de diciembre de 2010

Hoy has venido a mi mente, bueno como todas las veces que oigo tu nombre. Hace más de siete años que no nos vemos pero recuerdo tu cara perfectamente. Me pregunto cómo estarás, si vas a la universidad o en dónde trabajas. La verdad es que lo de estudiar no te iba mucho. ¿Pensarás alguna vez en mí? Mi nombre no es tan común como el tuyo. Recuerdo todos los años a tu lado como si fueran ayer. El colegio no fue lo mismo desde que te fuiste y ver “Compañeros” perdió su sentido porque al día siguiente no estabas para comentarlo. Cómo olvidar ese viaje en autobús, éramos unos críos pero unos críos que se comían el mundo juntos. ¿Tendrás un buen recuerdo de mí? ¿Tendrás si acaso algún recuerdo? Hablamos un día. Esto de las tecnologías acorta distancias pero es tan frío. No te lo dije pero me temblaban las manos. Sonreía mientras me contabas que todo te iba bien y que tenías novia. Me alegró saber que eras feliz aunque yo ya no estuviese a tu lado. Te sorprendió todo lo que había cambiado mi vida, pero yo también era feliz. Y lo sigo siendo, no te necesito, a veces te echo de menos, echo de menos ese pasado, pero ya no te necesito. Recuerdo perfectamente el último día que nos vimos, los dos solos, sentados el uno al lado del otro, callados, sobraban las palabras y faltó un abrazo. Dolió que te fueras pero creo que irte sin despedida te dolió aún más a ti. Dentro de unos mese iré a vivir a la ciudad en la que vives, o en la última en la que sé que estás. Quizás nos encontremos un día. Lo dudo, Madrid siempre me pareció demasiado grande.

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