sábado, 15 de enero de 2011

Venga vamos con un tema controvertido, de estos que me gustan a mí. No, no voy a hablar de la prohibición de fumar en los lugares públicos, qué rallada dios mío, no se habla de otra cosa. No fumo así que ya sabéis mi opinión al respecto. Esto es como ser del barsa o del madrid, blanco o negro, dulce o salado. Pero que no es éste el tema. El tema es mucho más escabroso, mucho más polémico. El tema es la eutanasia. Para que no os tengáis que leer todo el texto para saber mi opinión, estoy a favor de la eutanasia (los que hayáis decido dejar de leerme por asesina pues hasta la próxima entrada.) Ahora me explico. Estoy a favor de la eutanasia pero con un depende como una catedral de grande. Depende del caso. La eutanasia por definición hace referencia a las personas “desahuciadas” (joder qué palabra más fea, pero lo pone así en la RAE, que ésa es otra, vendrá en otra entrada lo que pienso de la mierda de nueva gramática que han propuesto, ésa que aboga por la incultura.) Pero a lo que estábamos, personas que ya no tienen ninguna oportunidad de llevar una vida, y digo una vida, ni digna ni nada, una vida, cómo pueden llamar vida a lo que retiene a una persona en coma, por ejemplo. Bueno pues esas personas, que además de semejante putada por llamarlo de alguna forma, no pueden hacer nada para poner fin o no a esa situación, no pueden decidir, no está en su mano, seguramente no podrán ni moverla. ¿Quién somos nosotros para decidir sobre la vida de otra persona? ¿Quién somos para impedir que una persona acabe con su sufrimiento si es eso lo que quiere? ¿Por qué nos negamos a una ley la cual puedes cumplir o no cumplir? Que se haga la ley, que se permita la eutanasia, y luego ya verá cada uno si la cumple o no en función de sus creencias, valores y circunstancias. Y ahora es cuando viene el depende. Tengo que reconocer que no sería una ley nada fácil, que tendría que estar muy bien redactada y muy concretada. Me explico, imaginemos un caso de depresión grave. El sujeto seguro que habrá pensado más de una vez en dejar de vivir. Al margen de que él mismo pueda o no quitarse la vida, es una enfermedad con curación. Una curación difícil, duradera e incluso dolorosa, pero con posibilidad de curación. No confundamos la eutanasia con darse por vencido. La vida por muy puta que venga sólo viene una vez.

4 comentarios:

  1. Que pedazo de frase, "La vida por muy puta que venga sólo viene una vez", que grande.
    Yo opino como tu cada uno debe de ser libre de decidir cuando acabar, cuando no hay remedio...Tema complicado

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  2. Muy de acuerdo, en lo general y en lo casual o causal. La eutanasia no tiene nada que ver con el homicidio, sino con la dignidad de cada cual, y nadie puede decidir por nosotros.

    Quizás el problema, como ya explicas tu, se resuma en qué pasa si no podemos decidir, pero eso se puede intentar solventar con un testamento vital.


    Salud¡¡¡

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  3. Pienso como tú, menos mal. No me gustaría entrar en un debate con un tema como ese. Si no somos nadie para condenar a la muerte, tampoco lo somos para condenar a la vida. Condena, qué palabra más dura.

    Un saludo.

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  4. Estamos de acuerdo, algo bien redactado y medido y con la posibilidad de que un testamento vital sirva para algo en caso de que el enfermo no pueda decidir.

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