Siempre
he tenido miedo a morir. No a la forma de morir sino al hecho de que todo siga
aunque yo ya no esté presente. Nunca se lo he dicho a nadie, pero mi abuelo lo
sabía. No sé cómo, pero lo sabía. Y estoy segura de que también podía ver el
miedo que me daba saber que un día él se iría. A mi abuelo no le asustaba que
llegase ese momento, sólo pedía que cuando él no estuviese cuidásemos todos de
la abuela. Por eso antes de marcharse, me dio la lección más importante de mi
vida.
No
tengas miedo a vivir. Lucha por lo que quieres, corre riesgos. Esfuérzate por
hacerlo y ser mejor. Cae una y mil veces, levántate mil y una. Quiere a una
persona, haz todas las estupideces que se te ocurran por ella. Haz lo que
quieras hacer en cada momento. Pasa vergüenza, haz el ridículo. Equivócate por
haberlo intentado, no te quedes con la duda de qué habría pasado. Ríe, llora, muérete
de risa y también de pena... No tengas miedo a vivir. Pero eso sí, no todo
vale chiquita. Vive de tal forma que cuando llegue el momento y eches la vista atrás,
puedas morir tranquila.
Lo siento.
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