Son las ganas de decir te quiero a gritos. De rozarnos, de sentirnos. De saber que estás aquí y que esta vez no te irás a ningún lado. Es el miedo al vacío. A dejar de sentir antes que seguir haciéndome daño. Son las batallas perdidas las que se acumulan. Las heridas las que no cicatrizan, los honores lo que no nos llevamos. Es el ruido de la gente que quiere hacernos daño. Que quieren vernos caer sin saber que caeremos despacio. Son idas y venidas de lo que empezamos a estar cansados. De vernos a ratos, de robarnos abrazos. Es la idea de equivocarnos lo que nos está matando. De no querer arriesgarnos, de no saber amarnos. Es la sensación de ser poco valientes. Es la sensación de ser un pez de plomo.
domingo, 25 de septiembre de 2011
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Qué delicia volver a leerte. Estoy muy liada y descuidé tu casa, bueno un poco la de todos, también la mía. Intentaré visitarte.
ResponderEliminarTe estás convirtiendo en una giganta sí, aunque a veces te veas pequeña... Te lo digo yo...
Cariños desde el Duero...
¿Por qué no somos capaces de luchar y ser valientes por algo que verdaderamente deseamos? El ser humano se pone trabas a sí mismo por miedo, y aunque eso es una locura, el sentimiento en sí es tan hermoso. Sea lo que sea, pase lo que pase, aunque sea ambigüedad por doquier, disfrútalo al máximo.
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