jueves, 31 de marzo de 2011
lunes, 28 de marzo de 2011
No entres en mi vida si no piensas quedarte para siempre. Son ya demasiadas despedidas en las que se dijeron muchas cosas en lugar de sólo adiós. No entres en mi vida sin anunciarte, aunque lo diga la canción. Son demasiadas historias que comienzan con ilusión y acaban con un príncipe marrón. No entres en mi vida si tienes dudas. He dado tantas respuestas que ya no caben más preguntas. No entres en mi vida que está desordenada. Aún sigo curando cicatrices. No entres en mi vida si vas a hacerme daño. Se te han adelantado. No entres en mi vida que está cerrada por derribo.
martes, 22 de marzo de 2011
“Hazme un texto, algo sobre lo nuestro.” ¿Pero es que nadie le ha enseñado a este tío a sonreír y decir simplemente adiós? “Un texto ¿cómo?”. Ahora sí, ahora sabe hacerlo. Y yo me quedo allí, atontada. Acabo de enterarme de que hay un nosotros. No tengo ni idea de hacer un texto nuestro. No sé qué decir. No sé si poner que sé poco de ti pero que es suficiente para querer seguir conociendote. O decir que nunca antes un tío había conseguido dejarme callada en el tonteo. Podría poner que cada vez que te vas me arrepiento de no haberte dado mi número de teléfono. O decir que no sé a qué coño esperas para pedírmelo. Quizás podría poner que me encanta cuando hay un comentario tuyo en mi página. O decir que me tiemblan las piernas cuando me hablas. Podría poner que a veces me sorprendo pensando en qué estarás haciendo en ese momento. O decir que me quedo sin habla cuando te veo. Quizás podría poner que vale ya de tonterías, que este juego ya nos dura demasiado. O decir que des el primer paso. Podría poner que acabaría con la distancia, todo es proponerlo. O quizás decir proponlo. Podría poner hazme un texto y tú hacérmelo. O quizás decirme hazme un texto y yo voy y hacértelo.
sábado, 19 de marzo de 2011
miércoles, 16 de marzo de 2011
lunes, 14 de marzo de 2011
viernes, 11 de marzo de 2011
11 M
Rescato un texto que escribí hace un año. Lamentablemente todo sigue igual, salvo que al dolor se le suma un año:
11 de Marzo de 2004, 192 personas se despiertan, se visten, desayunan, se arreglan, discuten por una tontería, con suerte se despiden de sus seres queridos y salen a la calle, como todos los días. 192 personas que ya no volverán nunca a casa aunque sus familiares, amigos, conocidos… hoy, 7 años después, les sigan esperando.
Dos minutos, dos míseros minutos son suficientes para acabar con toda una vida. Dos minutos son los que hacen falta para que toda una vida cambie irremediablemente.
Cobardes. Sólo los cobardes son capaces de terminar con los sueños de las personas de una forma tan ruin. 192 personas, con nombres y apellidos, ya no podrán ver la luz del día, ni besar a sus pareja, ni educar a sus hijos, ni cuidar de sus padres, ni pelearse con sus hermanos, ni llorar, ni reír, ni luchar por seguir adelante, ni quejarse por madrugar, ni querer, ni odiar, ni perdonar… ni vivir. Esa mañana todo acabó para ellos, sin tener culpa, ese día 192 inocentes murieron.
No me olvido de los heridos, miles de personas que murieron en vida. No perdieron la vida pero sí la libertad. Las secuelas, 6 años después, siguen estando muy presentes. Personas que no pueden subir a un tren sin que un escalofrío recorra su cuerpo, sin que les tiemble el alma, sin que revivan todo aquel infierno.
Pero hoy, ellos están ahí, recordándoles, honrando su memoria, los que quedaron en esta parte de las vías, los que ese día perdieron parte de su vida, los que luchan cada día para seguir adelante, para levantarse cada mañana sabiendo que les falta alguien importante. Valientes. Sólo los valientes son capaces de vivir con ese dolor.
11 de Marzo de 2004, un día que tristemente ha quedado marcado en el calendario, un día en el que la metralla ganó a la vida, un día en el que el coger un tren que no es el tuyo o perder el tren de todos los días marca una gran diferencia, un día cualquiera en el que cualquiera pudo ser etiquetado como “víctima del 11M”, un día desde el cual todos nos sentimos más tristes, un último día para 192 personas.
jueves, 10 de marzo de 2011
No son enfermos, son personas
No son enfermos, son personas. Personas que tienen una vida. Personas que lo han perdido todo por algo que no eligieron. ¿Quién te crees que eres para llamarles locos, retrasados o cualquier otro término despectivo? ¿Quién eres tú para juzgarlos? ¿Quién no ha hecho nunca algo que se escapa de lo normal (¿quién puede decir qué es lo normal?)? Ellos tienen una enfermedad, ¿cuál es tu excusa?. Tenlo bien claro, que no se te olvide nunca, nos puede pasar a cualquiera, en cualquier momento.
Son personas, tienen sentimientos. Sufren. Sienten un dolor tan grande que los mata por dentro. No tienen miedo a la enfermedad sino a que la sociedad los tache de enfermos.
No son enfermos, son personas. Y como te atrevas a llamarles locos te cruzaré la cara.
martes, 8 de marzo de 2011
miércoles, 2 de marzo de 2011
Siempre pensé que yo sería el primero que moriría de los dos. Y de una forma egoísta eso me aliviaba. Tú serías el que tendría que pasar por esta mierda de situación. Siempre pensé que a mí la vida se me acabaría antes. Que sería un castigo por la mala vida que llevo. Creo que tú pensabas igual, por eso intentabas evitarlo. “Deja la puta droga y la puta vida de mierda que llevas” me decías una y otra vez en un intento de salvarme. De sacarme de la tela de araña justo en el momento en el que la jodida araña hace su aparición estelar. En un intento de burlar la muerte. Siempre pensé que serías tú quien recibiese la llamada, esa jodida llamada que para tu mundo. Que serías tú quien entrase acojonado en el hospital.
Siempre pensé que yo sería el primero que moriría de los dos. Que por una puta vez en la vida, ganaría el bueno.
Siempre pensé que yo sería el primero que moriría de los dos. Que por una puta vez en la vida, ganaría el bueno.
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