Fui con la intención de llevarme algo. Coger algún objeto que
fuese representativo y me cupiese en el bolsillo. Algo que cada vez que lo
viese me recordase todos los momentos vividos. Fueron 13 años comiéndome el
mundo cada vez que entraba por esa puerta.
Diez años después, entré de nuevo. El poli estaba vacío. Me
quedé quieta. Años de recuerdos llenaron mis ojos de lágrimas. Las clases de
Educación Física, los entrenamientos de voley, la colchoneta donde
sorprendentemente ninguno nos rompimos la cabeza, las amistades que creíamos
eternas, el trozo de suelo donde el chico más guapo de clase escribió que yo a
él también le gustaba, la línea que marcaba la meta cuando gané a
todos los repetidores que aseguraban que yo correría lento porque era una
chica...
Mentiría si dijese que lo que soy ahora es gracias a esa
época. Lo que soy ahora es gracias a las ostias que me ha ido dando la vida
desde que salí de aquel lugar. Porque allí me sentía segura, porque aquel lugar era mi segunda casa.
Un colegio no cabe en un bolsillo, pero sí miles de recuerdos
que pienso contar a mis nietos.
Hasta siempre cole
Colaboración con la iniciativa #realtosBolsillos de @divagacionsitas