jueves, 21 de noviembre de 2013

Allí estaba yo esperando el autobús camino Logroño. Y allí estaba él. La espera se ponía interesante la verdad, con este hombre en el autobús el viaje no podía ser aburrido. La gente le llama pobre hombre, a mí más bien me pareció un hombre perdido. No sé muy bien su historia pero parecía una de esas personas a las que la vida sólo les ha dado ostias, tantas ostias y tan fuertes que la jodía de la vida acaba ganando la partida. Me equivoqué. No iba a Logroño. Apareció el autobús de Madrid y vi luz en su mirada y un atisbo de sonrisa en su cara. Esperaba a alguien que no vino. La luz de su mirada se apagó, y entendí que la tímida sonrisilla un día fue sonrisa pero que el tiempo se ha encargado de ir apagándola a base de desengaños.

Y ahora, siempre que le veo le sonrío, porque se lo merece. Porque pese a todo sigue manteniendo la esperanza, pero sobre todo porque pese a que la vida le ha ganado muchas batallas, él a sus sesentaitantos aún no ha dado la guerra por perdida. 

3 comentarios:

  1. Joder, hoy estaré hipersensible o algo pero me has llegado a la patata.

    Hay personas que se han pasado media vida esperando como Penélope, y a cambio sólo han recibido decepciones y puñaladas.

    Ojalá un día su suerte cambie. De momento seguro que tu sonrisa ayuda.

    ¡Abrazos!

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  2. ¡JO-DER! Ha sido lo único inteligente que me ha venido a la cabeza después de leer esta entrada. JO-DER.

    Me encanta.

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  3. Nunca hay que dar la guerra por perdida.
    PD: Me alegra leerte.

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