Tenía todo el camino por delante y a lo lejos se atisbaban problemas. Obstáculos de esos que requieren grandes esfuerzos, de esos que sólo se salvan coronando la cima. Los luchadores no rodean montañas. Las nubes anunciaban tormenta, o quizás la tormenta fuera interna y el cielo sólo reflejaba aquel tiempo pasado en el que todo fue mejor. Olía a hierba fresca, un camino con tantos verdes como piedras te podías encontrar. Y estaba claro que tropezaría con alguna. Lo que no tenía tan claro es si siempre era la misma piedra la que me perseguía. Me ayudó la idea de que el sol estuviera creciente, anunciando un verano que quizás no merecíamos. Respiré tranquila, nunca he sabido ir a favor del viento. Pero tampoco he sabido quedarme quieta en un lugar por muy bonito que éste sea. Siempre he tenido claro que hay que andar hacia adelante, siempre hacia adelante. Aprendí que el camino es largo, que incluso a veces puede que nos perdamos; pero me enseñasteis que siempre habrá a lo lejos la casa de un amigo para tomar una cerveza cuando nos cansamos.
jueves, 18 de abril de 2013
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A veces es importante perderse, luchar contra uno mismo y cansarse hasta no poder más; pero siempre hay que tener en cuenta que por más duro que se nos presente la vida lo importante es abordarla, y no dejar que pase. Un fuerte abrazo desde El ruido que deja el silencio :)
ResponderEliminarMarina.
De lo mejor de por aquí.
ResponderEliminarTe sigo ya.
P.